sábado, 30 de agosto de 2008

Cueva de la Quebrada El Toro – Santa Cruz de Bucaral-Edo. Falcón

29 al 31 de octubre de 2.004

Participantes: Edilia C. De Borges, Rosana Langerano, Libia H, Eduardo Escobar, José Díaz “Capino” (Guía) y Gregorio (chofér auxiliar).

En estos últimos días generalmente en la tarde, han caído sobre Caracas fuertes “chaparrones”· de lluvia que la azotan por algunas horas, pero el pasado viernes 29 desde principio de la tarde, el “aguacero” con visos de tormenta, brillantes relámpagos y bramantes truenos fustigaron con furia hasta el anochecer, lo que incidió para que el horario inicial de nuestro viaje se retrasara y la salida pautada originalmente para las 6 de la tarde, se hiciese en realidad a las 8 de la noche. Sin embargo lo tomamos con gran calma (nadie nos apuraba) , colocamos nuestros equipajes en la amplia parrilla de un jeep Toyota chasis largo y con gran comodidad nos ubicamos todos dentro del vehículo para comenzar la aventura. Partimos de Altamira y fuimos tomando atajos por calles y avenidas para evitar el intenso y caótico tránsito hasta llegar al peaje de Tazón, tomamos nuestro espacio en la larga cola que se deslizaba lentamente por el autopista y que se prolongó durante varios kilómetros. El rumbo era la Carretera Regional del Centro vía Carabobo-Yaracuy-Lara-Falcón, destino final.


Hicimos varias paradas en el trayecto para cenar, aprovisionar de gasolina el tanque del carro y para inflar de aire las “tripas”* (* interior de ciertas cosas, en éste caso de las llantas de los carros) que serían nuestras barcas en el recorrido de la cueva, sin contratiempos entre cabezadas, bostezos y soñolencia llegamos muy temprano al Estado Falcón, específicamente a la Serranía de Elda, pudiendo disfrutar del fabuloso espectáculo del sol al amanecer, a esa hora (5.38 a.m.) la temperatura era benévola y festones de niebla cubrían el paisaje. En breve tiempo llegamos al pueblo Santa Cruz de Bucaral, silencioso, sus habitantes aún dormían, muy pocas personas transitaban sus calles. Logramos conseguir abierto un negocio “toero” , donde la variedad de artículos para la venta se mezclaban entre cosméticos, implementos de labranza, sombreros, frutas, verduras, material para construir y…café y...empanadas “engañosas” (por fuera prometían , pero al abrirlas el relleno era efímero y sin sabor) mitigaron nuestras ansias hambrunas. Después de fotografiar su principal, angosta, pulcra y larga calle principal y sus casitas de nacimiento navideño, subimos al jeep y seguimos camino esta vez por una carretera angosta de tierra que nos llevó a una intersección, donde en una leve colina se alza una cruz de madera blanca, ella nos indicó el camino hacia la derecha al poblado de “La Taza” (5 kms), (el porqué de ese nombre no supieron decirnos). Desde acá en un recorrido de 10 kms nos introduciría en el Parque Nacional “La Quebrada El Toro”, decretado el 21.5.1969 y donde se encuentra ubicada la cueva el mismo nombre descubierta el año 1957 por el espeólogo Luís T. Laffer, Tiene una extensión de 4.885 hectáreas y una colonia de Guácharos (pájaros) en la Galería “Juan R. de Bellard”. Conocerla era el objetivo del viaje.


Aún cuando la distancia es muy corta entre el pueblo y la entrada al parque (30 minutos y 5 kms) nosotros nos tardamos la bicoca de 2 horas en su recorrido, ya que en el mismo habían trechos sumamente enlodados con barro pegajoso y huecos profundos, donde nuestro jeep cayó, se hundió, se “pegó”. La pericia y experiencia de Capino en estas situaciones esta vez se hizo resistente a resolver el problema. El pantano semi-líquido de tierra arcillosa y permeable succionaba con fuerza la goma de las ruedas y el peso del vehículo lo empujaba más y más hacia abajo y por ende impedía el avance. Allí no valían oraciones, improperios, ruegos, promesas, santerías, mochas ni contra-mochas, amenazas, sobornos. Nada. Sólo la voluntad y responsabilidad de Capino y Gregorio nos sacó del atolladero, se lanzaron al camino, con pala, manos, pies , imprecaciones, cavando, colocando hierba seca y ramas de árboles en las ruedas, bajo la mirada impasible y estática de un campesino y sus dos hijos, parados durante todo ese tiempo sin hablar ni ofrecer ayuda, solamente contemplando el espectáculo, después de 1 hora y grandes esfuerzos lograron liberar el jeep..Aleluya…Falsa alegría…recorrimos 3 metros y volvimos a la misma faena, repetir la historia…A estas alturas a Capino sólo se le veían los ojos bajo la máscara de lodo, sin camisa, descalzo, con el pantalón roto, cabello y cuerpo cubierto de “oloroso” pantano verdoso…Adelantó la fiesta de los fantasmas. Al fín pudimos salir de allí y la carretera aunque angosta tenía el suelo no seco, pero si apisonado sin barro, nos llevó hasta la reja de unas instalaciones de Hidrocapital, donde se ubica la entrada al bosque y a la cueva. En este sitio nos atendió amablemente el guardia del mismo quien puso a nuestra disposición las instalaciones sin muchas comodidades, pero al menos hay espacios con grama donde levantar el campamento, vestidores, agua corriente, luz eléctrica. Hay también mecanismos de bombas para llevar el agua del río hasta zonas cercanas pobladas, 2 tanques grandes para el agua (uno no se utiliza), matas de guayaba, limoneros, mucho cilantro (para aderezar nuestra comida), insólito no hay “plaga” (aún estando muy cercano el río) y la casa del guardia con nevera…que bueno….y televisor…que malo…
Después de un recorrido táctico, levantamos las carpas, comimos algo, nos cambiamos de indumentaria, nos apertrechamos con los objetos que necesitaríamos (cámaras fotográficas, linternas, tripas y hasta un salvavidas) y siendo las 11 de la mañana atravesamos la cerca saliendo del terreno resguardado hacia el sendero en el bosque húmedo tropical, de vegetación alta (vimos varios árboles “Niños”), serpenteando a veces por la orilla del río y atravesándolo otras más. El camino original se perdió por las muchas lluvias caídas, el curso del río se desvió. Capino observaba y consiguió pronto la ruta, camino plano no difícil.


Luego de unos 20 minutos de caminata ascendimos una leve cuesta resbalosa, al final de ella se encuentra una de las tres entradas a la cueva. Esta es la llamada “Resurgencia”. Se trata de una abertura muy grande en la piedra desnuda, es una formación rocosa en forma de cúpula , una especie de anfiteatro sin abertura en el techo, es bastante ancha pero no profunda , una caja de resonancia donde anidan los Guácharos que emiten un sonido de rumor fuerte de aleteos y chillidos agudos. Ahora frente a nuestra mirada se abre un mundo donde la realidad a veces sugiere la fantasía, porque sabemos que encierra en sus intimidades muchos secretos y misterios. Estamos allí un rato mientras Capino sentado encima de una alta piedra nos explica el origen de esa formación, sus características, el proceso de la estructuración de roca caliza, la temperatura, la profundidad, el porqué de lo turbio del agua del río, la fauna y flora existente..Relampagueos de luces de las cámaras iluminan una y otra vez el sitio...Ahora dejamos en el suelo los implementos que nos utilizaríamos y bajamos por un costado de la piedra hacia la otra entrada ó “Boca”. He aquí otra visión maravillosa a ésta la rodean plantas y más plantas verdes brillantes y húmedas, belleza escénica de las formaciones naturales que tras miles de años se han tornado en estalactitas (no se ven acá estalagmitas). Caminamos iluminados por las linternas, unos pocos metros sobre piedras sueltas y algo de guano a veces, hasta la orilla del río….Asusta… Es la salida del mismo antes de hacerse subterráneo, sus aguas nada transparentes, el desemboque es ancho flanqueado por altas murallas rocosas, no hay orillas donde hacer pié, solamente en la parte donde estamos nosotros parados. El agua se ve “mansa” apenas se mueve, ilusión óptica, acá no llega luz natural...todo es oscuridad…el agua no está fría, es tolerable. Bueno ha llegado el momento esperado de la verdad verdadera…para el que nos habíamos preparado e informado por varias semanas. El guía Capino nos explica, nos enseña y nos orienta sobre lo que vamos hacer y a encontrar supuestamente…y da el ejemplo. Lanza al agua la “tripa” y se acuesta de frente sobre ella en forma transversal quedando fuera cabeza, manos y pies con los que deberá impulsarse para navegar en el agua. Acostados así de espaldas hacia arriba habrá que hacer todo el recorrido del trayecto interno de la cueva, no existe por donde caminar...En la orilla uno siente el piso pero no es ancha la franja para ello, cae profundo muy rápido. Manuel sigue a Capino y modela su navegar con calma en una “vueltica de premisa” para entonarse. Viendo aquello tan fácil, reclamo la preferencia de ser la primera que lleven, algo torpe hago todo lo que me indican, pero como que no tan bien, porque de inmediato me caigo de la tripa al agua, me aferro a la bendita tripa por un lado y seguidamente me da un ataque de pánico total, grito y grito solicitando ayuda, son segundos de pánico total que me inmoviliza de tal forma que no me doy cuenta que el agua apenas me llega a las rodillas…Al rescate pues …Sustote...No hablar sin vergüenza salgo del río y me siento aún respirando agitadamente al lado de los prudentes compañeros Rosana, Eduardo y Gregorio que veían los “toros desde la barrera”, calladitos sin ni siquiera intentar mojar sus manos…Mientras tanto ya Capino, Manuel y Libia navegaban dentro de la cueva, la pared de la cueva hace allí una curva y pronto no los vimos más, apagamos nuestras linternas y en la oscuridad reflexionábamos (¿)..No habían pasado 10 minutos cuando vimos un resplandor de luz en las paredes y un ruido de chapoteo en el agua, los compañeros tuvieron que regresarse. No podían pasar a otra cámara, pues el agua del río estaba muy alta y había tapado casi la abertura de la misma, para proseguir había que sumergirse, hundir la tripa y al pasar al otro lado subir de nuevo en ella. Peligroso. Se devolvieron, de regreso frente a nosotros nos volvieron a invitar al breve paseo, yo “y que valientemente” lo volví a intentar, me volví a caer y lo dejé así…Me consolé con el hecho de haber conocido tan espectacular y hermoso monumento natural.


Luego de un buen rato allí, decidimos marcharnos, pudimos ver una araña con grandes patas, guácharos volando y colgando boca abajo y hasta en la arena del suelo la huella de una pequeña mano de cinco dedos, que el guía nos dijo debía ser de un animal, pero yo quise creer que era de un diminuto duende que nos acechaba en aparición fugaz. De regreso al campamento, después del almuerzo pasamos el resto de la tarde conversando, bromeando y conociendo los alrededores. Rápido llegó la noche, cansados como estábamos, nos retiramos a nuestras carpas y nos dormimos pronto arrullados esta vez por el fuerte sonido de las bombas hidráulicas (hubiese preferido el rumor del agua del río). Los trinos de muchos pájaros nos despertaron muy temprano. Las escondidas dotes culinarias de Rosana, Manuel y Eduardo se pusieron de manifiesto en el fabuloso desayuno que prepararon…Una vez terminado éste, recogimos el campamento, nos despedimos del guardia y del espectacular paisaje y tomamos el camino de regreso, que esta vez no se hizo penoso, lo pasamos fácilmente sin “pegarnos” en él..Al llegar a La Cruz ahora tomamos una ruta diferente hacia Agua Linda., Sanare…Una preciosa carretera de tierra llena de huecos que nos hacía dar tumbos y retumbos en el asiento, bastante calor, atravesamos muchos poblados con la gente toda en las calles, el paisaje cambiante a cada momento, vegetación baja… Rumbo a Tucacas para darnos un baño de mar, pero al final cambiamos de idea, almorzamos abundantemente, pasamos Morón y ya en la autopista con algunas paradas de descanso, consiguiendo “colas de vehículos” en algunas partes, sin problemas llegamos a Caracas a las 8 y piquito de la noche del domingo 31.Fue una experiencia nueva de otra hermosa región de nuestro país.
Nos vemos en la próxima,
Edilia C. de Borges

jueves, 28 de agosto de 2008

Macuro, un rincón del paraíso


Mayo 2006


Participantes: Edilia de Borges, Rosana Langerano y Thamara Gutiérrez

¡He llegado al Paraíso…Tierra de Gracia!..frases exclamadas por Cristóbal Colón, célebre navegante probablemente nacido en Génova, quién descubrió a América y en el 3er. Viaje que realizó, 2 de agosto 1498, navegando por el lado sur de nuestro Golfo de Paria (al Oriente de nuestro país) sus ojos divisaron un idílico panorama: Una ensenada cobijando una región paradisíaca. Aguas mansas del mar centelleaban en varios tonos de azul y verde, contrastando con la limpidez del cielo huérfano de nubes y el muro vegetal intenso que le protege…Era Macuro y todavía 508 años después todavía es…Macuro, punto de encuentro de tantas maravillas…
Esa misma visión tuvimos mis amigas y yo cuando nuestra lancha un radiante día domingo se acerca a sus playas..Esa misma visión apreciamos..Un pequeño poblado se ha asentado allí. Al norte el insondable mar y al sur el bosque húmedo tropical. Gente sencilla, pescadores en su mayoría...



Llegamos al embarcadero y al caminar hacia el poblado, obligatoriamente tenemos que pasar por una pequeña plaza donde la estatua del gran navegante, se yergue ante nosotras con un dedo amenazante hacia el horizonte. A su lado un tetraedro erigido en el 500 aniversario del descubrimiento, nos cuenta su historia.
Ruinas de una antiquísima aduana, resguardo de botes, nos contemplan por los obscuros ojos de las ventanas de oxidadas y desmadejadas bisagras. Más allá un cobertizo amplio de zinc, sirve de depósito para el generador que mediante gasoil, aún en pleno siglo XI provee electricidad a los habitantes…Cuando se termina el combustible, también se apagan las luces..Al menos hasta que lo traigan de Guiria, pueblo a 2 horas de navegación. No hay carretera.
Bordeando un pequeño sector de la playa, un bulevar de cemento poco a poco se desmorona con el oleaje, nadie se inquieta por ello ni parece importarle…

Blancas sus paredes, con jardín engalanado por Flamboyán, una pequeña iglesia llama a los peregrinos. La escuela amplia de salones aireados y patios sombreados donde alegre resuenan las voces de los muchos niños….
Tiempo atrás alguien se preocupó de reunir cosas interesantes, objetos, recuerdos, documentos. Los recopiló e instaló un museo, para que los habitantes conocieran de sus ancestros..Pero el vandalismo lo saqueó, acabó con todo…La casa de bahareque se deshace, mustia y silencios...

Casitas sencillas y pintorescas se sostienen entre sí en calles (muy pocas) encementadas. Nos sobresaltan en las tardes la humareda de fogatas en las mismas, pero es solamente la basura que los lugareños sacan hacia la cuneta y allí la queman…

Paseando por la orilla del mar, nos encontramos con unas instalaciones metálicas en ruinas, rindiéndose ante el tiempo y el salitre que carcome sus bases..Proyecto comercial se dice, de un mejicano con visión de futuro mercantilista. Instaló acá una procesadora de yeso, aprovechando el rico yacimiento que en la montaña cercana al mar existía…Escuela, viviendas, hospitalito, parques, capilla…, todo un conjunto de servicios para el personal que allí trabajaría…Pero no “cristalizó”…Del porque hay muchas razones..Pero lo cierto es que el inversionista dejó todo abandonado y se marchó del país. Lástima, hubiese sido una empresa generadora de empleo..Sus estructuras hoy son refugio de animales y desamparados. Caminamos por el pedregoso lecho del río, seco por el fuerte verano..Sin embargo su belleza no se empaña por ello, a su vera se alzan magníficos ejemplares de Cedros, y una variedad florística; Usando la imaginación oímos y vemos correr sus aguas. Y justamente curiosas por saber de donde le llega a los moradores el agua potable, indagamos y al fin conseguimos un guía, mañana disiparemos esta inquietud.

Nos levantamos temprano, pero aquí la gente no conoce la prisa. Un buen rato esperamos en el único restauran existente en una modesta casita. Desde el salón donde están las 4 mesas puedo ver la cocina. Una matrona “entradita en carnes”, morena afable y de merecida reputación culinaria (su especialidad es “la bola de plátano”), tranquila, calma, nos prepara unas empanadas de pescado que se acompañan con café ”medio cerrero”, sin leche.. Listas…con el guía adelante vamos hacia el final del pueblo donde sólo hay una última casita..Las personas nos observan, hablan entre ellos, nos sonríen y contestan nuestro saludo. Thamara, cual hada, reparte “chupetas” a los niños…Dejamos “la civilización” y entramos en el bosque. Por una avenida natural de tierra apisonada, las frondosas copas de los altos Samanes florecidos la sombrean. Algunos “lloran”con lágrimas de barbas epifitas, la avenida se transforma en sendero en zigzag que asciende suavemente, nos desviamos un poco de él para llegar a “la Toma”..Ya conocimos el secreto..El río que baja de la montaña se represa en un estanque construido por el hombre, de él sale una gruesa tubería y pasa a otro embalse cerrado para “ser tratada” y posteriormente llega al pueblo saciando la sed de sus habitantes.


Regresamos al camino original y continuamos la subida. Pero no estábamos preparadas para el espectáculo maravilloso con que nos encontramos: “Vuelta Larga”, es el nombre de esta montaña. Parecía que se hubiesen preparado escenarios para nosotras. Un sector todo de color ocre, las hojas coloridas desnudan los árboles y cubren el suelo, crujiendo bajo nuestras pisadas. Luego amplias zonas de manchas rosadas..Compiten en altura Bucares, Cedros, Jabillos, Pardillos, Carapo. Cucharones. Variedad exuberante de hermosos árboles. De un tronco caído se desliza una serpiente..Trinos de invisibles pájaros…Desde la altura donde estamos vemos el pueblo completo y hasta la vecina isla de Trinidad.
Pasado un rato descendemos, el guía nos enseña un lugar donde bañarnos en el río. Sabemos como regresar solas. Él se despide y nos deja…Nosotras disfrutamos del agua fría en una reconfortante baño, los pececitos juegan sobre nuestras extremidades. Paz y armonía con la naturaleza…


Queriendo conocer otros sitios, allí toda la geografía es bella, utilizamos la lancha y en diferentes oportunidades conocimos varias playas: San Fco. de Uquire, Mejillones, Pargo, Don Pedro, La Palma..
Cada una de ellas tiene un peculiar y distintivo encanto y hermosura. Un cementerio infantil, escondido en el monte, llama mi atención por la policromía de sus tumbas…Agua de coco amarillo de sabor dulce y ambarino aspecto..Delicioso dulce de coco y piña…Inutilmente buscamos las plantas de “Clavo” y la de “ Nuez Mozcada”…
Noches en Macuro: Sosiego...Rumor de oleaje que acompaña nuestro sueño. Amables, serviciales y amistosas, las personas entretejen su grata conversación con la nuestra. Ansias de agradar derrochando hospitalidad y gracejo. Rosana desde su “chinchorro” otea el brillante cielo y nos señala constelaciones y estrellas…



Hermosos placenteros días los que disfrutamos en Macuro. Un pueblo lejano de Venezuela, pero muy cercano a nuestros corazones y de agradables recuerdos de vivencias en él, te espera.

Nos vemos en la próxima

Edilia C. de Borges

Fotografías: Rosana Langerano

miércoles, 27 de agosto de 2008

Buscando El Golfo Triste del “Bosque Steyermark” (Macizo Golfo Triste)



Domingo 30 de Abril del 2006


Participantes: Sven Nehlín, Edilia C. de Borges, Rosana Langerano y Eduardo Machado.


Hola amigos todos, les cuento:


En camioneta de doble tracción cuatro amigos tempraneros salimos desde Altamira rumbo al estado Miranda. Dos breves paradas en el camino, para desayunar y para que Sven entregara en el vivero de Joao Pereira, miembro de Avepalmas, un ejemplar de una planta ya germinada y lista para ser sembrada- Pasado el Santuario de Betania a medio camino del aún dormido pueblo de San Casimiro,y luego saliendo de la carretera principal y asfaltada, desviándonos a la izquierda, llegamos a la entrada del camino a La Providencia es un ancho camino de tierra, no tan malo pero con bastantes baches y golpeteos, la camioneta se bambolea. Nos detenemos en el pueblo La Providencia frente a la casa del Sr. Mario, quien con ayuda de Avepalmas se está iniciando en la formación de un vivero.



Sven de nuevo, cual San Nicolás en abril, le lleva de obsequio unas semillas de cartán y otros árboles y palma, indicándole donde y como sembrarla y mantenerla, además de solicitarle información referente al desarrollo de la palma que se le llevó el pasado mes. Satisfecha la curiosidad científica, nos toca ahora recibir la información que le requerimos referente al camino a seguir para llegar a nuestro objetivo de ese día…El Topo Golfo Triste y su posible enlace con el Curucutí.
La casa más cercana al final del camino se encuentra sobre una loma y nosotros desde allí podemos ver nítidamente una cadena de montañas al lejano frente..Señalando hacia allá, se nos indica que debemos seguir la ruta hacia el caserío “La Providencia”. Agradecidos nos despedimos y de nuevo en el auto tomamos rumbo a donde se nos señaló. Otra vez carretera de tierra, ascendiendo una cuesta, pasamos frente a un terreno que una joven muchacha, su hijo y el abuelo con agilidad desbrozan. Un área de gramas altas y hierbas invasoras, preparando el terreno para la siembra. Bajo un sol abrasador y con calor bastante fuerte proseguimos hacia arriba, un acre y desagradable olor invade el ambiente. Emana de un campo donde algunos hombres se afanan preparando la tierra para el sembrado, el olor es del abono orgánico que utilizan excremento de pollos. Enfrente del terreno se levanta una casita muy pequeña, apenas casi un galpón hecho con bambúes, pulcra y muy bien hecha. Esta cuidada por un amable anciano que sale a saludarnos y de paso nos da útiles informaciones.


Seguimos rodando siempre en ascenso por la colina hasta llegar a un gran terreno plano terraceado, donde se construirá una iglesia costeada por los moradores del lugar, trabajan muy duro para ello. Son gente sin mucho poder adquisitivo…Bajamos un poco y nos encontramos un amplio patio de tierra muy sombreado por árboles frondosos, una casita pequeña de bahareque habitada por la familia Díaz, cuya cabeza y líder es una señora anciana de carácter fuerte, vigorosa, que rapidamente nos da información y nos “saca” información. Agilmente. Vemos con genuina sorpresa que en una de las paredes está colocado un afiche del Ministerio del Ambiente, de muy cercana data, la señora nos explica que el día anterior le visitaron para ofrecerles talleres y colaboración para las siembras..Se nota que esta gente está luchando tenazmente para mejorar la calidad de vida, de ellos y de sus vecinos.
Pensamos que bien podemos instalar aquí a mediano plazo un vivero..Estamos en la zona de .La Providencia . Desde esta altura podemos observar toda la comunidad del mismo nombre.

Nos permiten dejar nuestro vehículo estacionado aquí. Son las 10.45 de la mañana Nos alistamos con nuestros morrales y comenzamos a caminar con la esperanza de llegar a la cima del Topo Golfo Triste. Apenas unos metros por lo que es una senda abierta por un tractor, nos adentramos hacia la montaña por un sendero que bordea los últimos sembradíos en parcelas cortas (flores, cebollín y maíz). Terrenos en pendientes, no muy extensos.

Siempre subiendo (solamente encontramos en este trayecto una casita desierta, donde un columpio rústico y triste , cuelga de las ramas de un árbol. Proseguimos hasta donde encontramos un tanque australiano: “La Toma”. Se surte de un fuerte chorro con agua que sale de una gruesa manguera y que no sé de donde viene, y del tanque a su vez, salen siete mangueras que riegan los sembrados alrededor. Nosotros sudados y acalorados por el ejercicio y el sol en la subida, con avaricia nos refrescamos con el agua fría…Un solo árbol, es centinela del precioso líquido.
La subida que venimos haciendo es fatigosa no por la altura, apenas estamos a 700.m.s.n.m., sino lo es porque es terreno despejado de sombra alguna, es vegetación corta y casi toda de maleza. El sol sin miramientos lanza sus ardientes rayos sobre nuestras humanidades…Tomamos fotografías aprovechando el breve descansito…




Estamos subiendo por la loma entre las quebradas de La Providencia y Guamal.
Prosiguiendo el camino nos adentramos ahora sí en el frescor del bosque..Lo primero que encontramos es una zona donde imperan las flores de Riqui-Riqui (Heliconia bihar), estamos a una altitud de casi 900 .m.s.n.m.y son las 11.00 a.m. Su alegre color rojo las destaca con descaro entre la verde vegetación.. Salimos del claro y seguimos caminando sendero arriba, lo hacemos despacio pero no cansinamente..Un árbol llama nuestra atención, pués se yergue sólo a un lado del camino, pero lo interesante es que está totalmente florecido con flores rosadas y de sus ramas también cuelgan algunas vainas pequeñas de color verde..Alborozada yo dije: ¡Vainitas!.(ignorante yo), Rosana dijo; “pués hombre no, habichuelas”..La mozuela también se equivocó. Ninguna de las dos Comenzamos a vislumbrar las maravillas que este bosque nublado nos depara..Cada tanto nos detenemos para oír las sabias observaciones de Sven, que a ratos encuentra un espécimen de planta no muy prolífera en otras zonas.. Nos llama la atención sobre esto y nos da detalles..Son muchas y variadas…Desde altos árboles…..”Cucharones”, de gruesos troncos, esbeltos y gráciles helechos arborescentes, elegantes ejemplares de palmas que nunca vi, bromelias en los árboles o en el suelo donde han caído, orquídeas, epífitas, rastreras, arbóreas. Barbas que cuelgan , lianas que se mecen,…flores extrañas, mariposas que parecen burlarse de nosotros en su rápido vuelo…Todo un paraíso para la botánica. Mis amigos y yo, humildes mortales observadores, nos doblegamos con sinceridad ante tanta magnificencia…Es un bosque virgen o al menos lo parece . Oímos sólo el desmenuzar del terreno o el crujido de las hojas secas en el piso, bajo la presión de nuestras botas. El débil susurro del viento nos acompaña. El denso y tupido techo que forman las copas de los árboles no da paso al sol, es así que una suave penumbra es la constante que nos arropa.
De improviso la magia se rompe, un desagradable espectáculo está enfrente nuestro: una zona desmalezada completamente, manos humanas han cometido ecocidio..Un árbol, fuerte, vivo, ha sido abatido sin piedad , una sierra de la cual vemos todavía la marcas en la madera nos lo confirman, lo han talado y convertido en franjas delgadas que están apiladas a un lado listas para ser transportadas…¿Cómo?, ¿Por dónde?...No importa, el gran mal está hecho, que tristeza..El serrín cubre el piso, el ácido olor de la madera en descomposición me marea. El sitio está ahora solo, pero encontramos las huellas de los no-pensantes que hicieron este acto repudiable..La basura los delata, porque ni eso pudieron hacer, llevársela….




Atrás el deplorable espectáculo. Continuamos por la áspera pendiente, las ramas susurran a nuestro paso y se cierran tras nosotros, estamos sumergidos en el silencio del verdor que nos rodea…Eduardo quien va delante, de repente se pierde de vista al dar un giro el sendero, oímos su exclamación de sorpresa y nos apresuramos a llegar hasta él…Ahora entendemos el porqué de su grito..Surge un espectáculo soberbio..Un gran espacio despejado, por la caída inmisericorde, por causas naturales, de un alto árbol, es puente de un lado a otro desde su raíz hasta la copa, a su alrededor el follaje de arbustos enanos, de la preciada y rara palma florida ”Asterogyne Spicata”, de las bromelias que se desprendieron, ahora en el suelo…Sven recoge con amor a una de ellas, grande, y la coloca en el hueco que queda en las raíces del árbol caído..Nos entusiasma la floración de un ejemplar del palmiche con hoja roja y le tomamos fotografías…Medimos la altura en que nos encontramos 1.120 .m.s.n.m., Creo que hemos encontrado nuestra versión particular del Edén…
Pero la realidad se impone, vemos el reloj y con sobresalto nos enteramos que son las 2.30 p.m. Es hora de regresar, aún cuando el altímetro nos indica que todavía faltan 500 metros para coronar la cima…Pero el tiempo puede cambiar, necesitamos además un machete para desbrozar el camino que se está haciendo enmarañado, con seguridad si seguimos nos alcanzará la noche…En consenso decidimos regresar..Volveremos en dos semanas para concluir nuestro periplo..
Notable que durante esta travesía Sven descubrió, cuatro especies nuevas de plantas y algunas en peligro de extinción…Cuando volvamos lo haremos con un botánico que validará este descubrimiento…Además que hicimos acopio de muchas variedades de semillas..
Con la magnífica orientación que la brújula le da a Sven, retomamos el camino de vuelta..El GPS no funciona en el bosque tupido sin antena especial. Bajamos, un breve descanso para merendar algo y muy pronto estamos de nuevo con la familia Díaz , con quienes quedamos de acuerdo para el regreso al sitio. Con el compromiso de llegar a la cima de ambos Topos; Golfo Triste y Curucutí, nos despedimos…
Nos vemos en la próxima.

Edilia C. de Borges

Fotografías: Rosana Langerano

miércoles, 13 de agosto de 2008

La Sima "Ña Placida"


Sábado 17.3.2007

Hola amigos todos, les cuento

Fue tan interesante nuestra última exploración al “interior de la tierra” (Cueva El Peñón), que mis amigas y yo no dudamos en aceptar el reto de explorar una sima. Así que simplemente nos equipamos con todo lo necesario para ese tipo de aventuras, sin importar que mi casco fuese recuerdo de una pasada campaña política (no digo que año), o el de mi amiga fuese de ciclista. El asunto era protegernos de los “golpes” con techo y paredes sólidas. Bien entonces ya listas, salimos de nuestro sitio de reunión en Caracas tempranísimo, se nos recomendó porque el camino era largo. Cuando llegamos a la plaza Bolívar de Charallave, ya nos esperaba Teobaldo Alvarado y sus hijos Aníbal y Lisandro, después se nos sumaron tres profesores universitarios y un menor de 11 años, “bien pilas”. Abraham.

El sector de montaña donde se ubica esta sima es bastante retirado de la ciudad, así que subimos en un transporte, que nos hizo el “acercamiento”. Mientras subíamos por la carretera de tierra, admiré el extenso panorama a nuestros píes, Charallave, Cúa, otros caseríos menores, la cadena de montañas de la Serranía del Interior, las instalaciones del recién inagurado tren, las columnas de humo, todo esto difuminado entre la bruma de la calina y el humo de incendios. La sequía en éste verano es fuerte este año. Llegados a cierto punto descendimos del jeep nueve personas, comenzamos a caminar por la carretera que ahora desciende. Pisamos fuerte, enérgicos y cuidadosos, aún así el impacto de las pisadas levantan una polvareda, que pronto cubre nuestras humanidades con un polvillo dorado y muy fino. En consecuencia es graciosa la cara de mi amiga, parece una “muñeca japonesa”. Es un día bastante caluroso, el sol arremete con fuerza, nuestro paso ligero y la entretenida conversación hace olvidar estos “detallitos”. Bajamos una última loma, seguimos ahora una senda estrecha, hay bastantes rocas grandes color platino. El final del sendero es bastante inclinado, la tierra esta suelta, no hay donde agarrarse. En una curva mis botas resbalan y se deslizan raudas hacia el barranco, por suerte Lisandro va delante de mí, se afianza bien en el suelo y con la misma me agarra por un brazo deteniendo mi avance ¡Sustote! Con ésta experiencia lo que resta por bajar lo hago en digno estilo culi-cross. Llegamos a un pequeño plano por un lado rodeado de altas y serradas piedras grisáceas, las sorteamos con cuidado.


Ya ante nosotros está la formación que venimos buscando. En desigual simetría rocas altas y serradas. Sin embargo con gran decepción nos damos cuenta que no estamos solos, un ruido inoportuno, vocinglero y escandaloso nos recibe, se trata de un grupo de personas que se nos han adelantado. Un horroroso y aparatoso equipo portátil de sonido, “vomita” estruendosa música vallenata, botellas con licor, cava portátil, vasos de cartón y la gente ¡Ahaa la gente!. Una veintena de personas entre hombres, mujeres y niños con gritos y risas de altos decibeles. Nuestra brusca aparición y la expresión de desagrado e incredulidad de nuestros rostros al presenciar el espectáculo, es tan palpable, que produce un silencio ominoso, lo que aprovecha Teobaldo para señalarnos un montículo cercano al lado, en la parte alta de las piedras. Él se queda a dialogar con aquellas personas, tratando de persuadirlos para que adoptasen una conducta cónsona con el ambiente donde se encuentran.Nosotros nos apresuramos a subir una corta y empinada rampa natural, encontrándonos de frente con una “boca” de entrada pero ésta es horizontal.Y es que “Ña Plácida” es una cueva, con una sima (donde se encontraba la gente), cuyo acceso principal es la sima. Es todo un complejo de galerías y túneles que se forman en el interior del monte, con muchos ramales y cóncavos de mucha extensión, algunos o casi todos se comunican entre sí, algunas claraboyas y techos abovedados, llenos de raras e intrincadas molduras, que forman en la piedra, el agua subterránea que escurre en su interior, y que muy raras veces aflora en gotas al exterior. El nombre de “Ña Placida” cuenta la leyenda, que viene dado porque esta formación se ubicaba dentro de las tierras propiedad de una señora con éste mismo nombre. Muy alegre le daba por hacer fiestas dentro de la sima, bajaba hasta donde hay un espacio muy plano y amplio, y allí bailaban joropo, músicos y bebidas espirituosas. Científicamente esta sima /cueva se ubica en la Fila Magdalena de la Serranía del Interior. Son formaciones rocosas de la Era Mesozoica del Período Cuaternario. El primer estudio que se levantó de ella, lo hizo el Dr. Álamo en 1912, y fue hasta 1917 cuando se explora por primera vez por el naturalista investigador Luís R. Oramas. Está formada de cuarcitas, calcio y otros minerales.

La entrada donde nos encontramos no es muy ancha y se estrecha al entrar, el techo no es muy alto y se observa una muy pequeña claraboya. De inmediato se bifurca en dos direcciones. Hacia la izquierda se caminan unos pasos y si no se tiene cuidado de inmediato caerá hacia un brusco hueco, que con la luz de mi linterna no veía el fondo, el saliente donde me encuentro se siente algo frágil, salgo de allí. Hacia la derecha hay un pasaje angosto, hay que contorsionarse bastante para atravesarlo acostada, luego un espacio plano no muy extenso y de seguidas otro túnel más angosto aún. Se puede oír el eco de las voces de las personas que han bajado por la sima al otro lado. Paredes y techos en esta oscuridad semejan bocas y garras de animales grotescos y espeluznantes. No es un recorrido muy largo hasta donde se puede llegar, salimos del área y bajamos para ver si ya la poblada se ha ido y poder bajar nosotros. Pues sí, se marcharon. Somos dueños del terreno.


Vista desde afuera es fantástica, impresionante portal, la luz del sol penetra un poco e ilumina parte de las paredes con una coloración de concreciones, debido a muchos factores tales como la presencia de óxidos metálicos o material orgánico. Gruesas estalactitas cuelgan del techo, millones de años han pasado para éstas creaciones de agua y roca se formen, son presencias etéreas y poderosas. A veces se han unido con estalagmitas creando columnas, obeliscos, de color blanco, azulados, verdes traslúcidos. Mis ojos “beben” con deleite tanta bellezura. Mi amiga y yo nos sentamos en una gran roca plana y sumergiéndonos en el silencio comulgamos ante aquel reluciente despliegue de hermosura. En el centro de todo aquello la sima oscura y misteriosa invita a una peligrosa aventura.Y ésta comienza ahora. Dos grandes, gruesas y sólidas raíces de un árbol se introducen desde el techo, por entre las piedras.

En un costado de la orilla de la sima, afianzándose en el piso abajo. Precisamente están al borde de la fosa, los guías han aprovechado para amarrar de ellas un grueso mecate, reforzando con algunos palos altos. Todo esto sirve de apoyo en la bajada. Serán escasos metro y medio, para bajar sólo se requiere manos firmes y fuertes, fuerza en los brazos, precisión en colocar los pies en precario apoyo y cero miedo, (esto es lo más difícil para mí). Ya adentro al pisar el suelo y mientras el corazón se dispara en sus latidos, una muy leve luz apenas nos alumbra, ayuda al principio, pero muy pronto se sustituye por la luz de las linternas. Se comienza a bajar hacia el corazón de la tierra. Chillidos de murciélagos, el murmullo de una imprecación o el sonido gutural de admiración es lo que se escucha. Lo demás es silencio, un vasto silencio. La bajada se prolonga por bastante distancia hasta que el guía dice: Hasta aquí llegamos. Más abajo se torna en vericuetos muy difíciles. Sin embargo, con todo lo visto: facetas que brillan como diamantes al darles el rayo de luz. Salones y galerías de increíble hermosura, un viento frío sopla por el pasadizo. De tanto en tanto el guía se detiene para enseñar y explicar algún detalle. Comenzamos a desandar el camino. Ahora la salida de la sima es como más fácil. Arriba, Abraham, el niño que nos acompaña y que trepa como un mono, sonriente y feliz me enseña sus tesoros, recogidos en el piso de la sima: Una estalactita trunca como el cono de un helado, intento hacerle trueque por dulces, pero no es tonto, se niega. Sólo nos resta ahora tomar la fotografía de todo el grupo, juntos sonrientes exploradores y guías.

Esta mañana salimos de Caracas a las 6.30 de la mañana, estamos retornando a nuestros hogares a las 7.48 de la noche. El correr del tiempo no lo notamos, se nos hizo breve para todo lo que resta por explorar aún, pero ha sido suficiente para un maravilloso día.

Nos vemos en la próxima,

Edilia C. de Borges


Fotos: Rosana Langerano F.

Posteado por: Oscar H. Mattey

viernes, 8 de agosto de 2008

La Ruta de las Palmas

Abril 2007-05-09

Hola amigos de la montaña, les cuento:

Son las 7.30 de la mañana de un sábado, varios miembros y amigos de Avepalmas nos hemos reunido con sendos vehículos en el Jardín Botánico en Caracas. Somos once entusiasmadas personas que recorreremos la Costa (Litoral Central y un poco más allá) visitando los viveros que se encuentran en ella y cuyos dueños son miembros y amigos de la Asociación.

Siendo un día feriado el tráfico está muy denso al tomar la autopista hacia La Guaira, pero se liberó una vez entramos en “La trocha”. Calor bastante fuerte era promisorio de lo que encontraríamos más adelante al estar en la tierra “caliente”.

Nuestra primera parada fue en el Núcleo de la Universidad Simón Bolívar en La Guaira restaurada casi en 70% después de los destrozos que ocasionaron pasados deslaves. Infortunadamente el acceso nos fue impedido por un árbol atravesado en la vía interna, sumamente pesado para apartarlo.

Continuamos por la Av. Costanera y en Caraballeda nos detuvimos para desayunar y comprar material fotográfico. Seguimos ahora la carretera, vía en buen estado y preciosa por estar a la orilla del mar. Llegamos a Los Caracas atravesando toda el área hasta su final, donde comienza la carretera asfaltada hacia Osma, es sumamente empinada al principio, está bien mantenida y el espectáculo que se nos ofrece es maravilloso con el inmenso mar azul brillando con el sol intensamente. Naturalmente nos detuvimos para captar con nuestras cámaras fotográficas aquella bellezura.

Ya estamos en la Ruta de las Palmas, la primera parada es en la hacienda del miembro Pancho Monaldi, su vivero Cañaveral se ubica entre Quebrada Seca y Osma. Encontramos una colección de palmas bastante organizada, además están experimentando con éxito una plantación de “Morinda citrifolia” o Noni, como se le conoce popularmente, actualmente está muy de moda porque en su fruto se han descubierto bondades medicinales. El amigo Monaldi estaba ausente, pero el encargado del vivero amablemente nos dio a probar el Noni, de repugnante olor que me impidió hacerlo; también nos ofreció gentilmente jugo del mismo mezclado con naranja, que tampoco pude beber, aunque mis amigos dicen que “estaba bueno”.

Desde allí mismo continúa un camino que atraviesa un bosque primario, con un palmetum pequeño donde sobresalía “La Palma del Edo.Vargas”. Los dos ríos que lo riegan estaban secos, pero la zona es umbrosa y hay frescor y humedad manteniendo las plantas su color verde lozano. Es un recorrido de aproximadamente 2 Km., termina en área costera enfrente del mar. Acá se ha ubicado la Posada Siete Mares, donde fuímos recibidos por su encargado, también miembro de Avepalmas, Manuel Sáenz. Nos brindó un sabroso jugo natural de frutas con el que acompañamos nuestro almuerzo.

La posada es un sitio acogedor con cabañas y servicios para personas que buscan soledad, tranquilidad, arena, sol y mar.

La montaña llega a la orilla del mar, hay algunos cocoteros y en ella existe un senderito que mis amigas y yo lo seguimos entre cactos y piedras, hasta llegar a un espectacular mirador natural, donde nos extasiamos tomando fotografías. Bajamos y descansamos luego en mullidos sillones frente al mar, pero tuvimos que huir de allí, porque se levantó de pronto una brisa muy fuerte que hacía volar “montones” de fina arena que se colaba por todas partes, muy incómodo.

Llegamos a la población de Osma, donde se ubica otro vivero que no pudimos visitar por estar cerrado. Seguimos ahora a la población de La Sabana, allí está el vivero de los también miembros Hermanos Abreu, estaban ausentes, pero la señora de uno de ellos, gentilmente se ocupó de enseñarnos la zona e informarnos sobre la plantación de palmas. extensión.

Sumamente organizado el palmetum de 1 kilómetro de Sectores de Palmas datileras, además de frutas tropicales.

Proseguimos nuestro viaje a Caruao, caía la tarde cuando llegamos allá, el sitio es el Campamento Aventura Caruao, el aviso en la puerta lo señala, un campamento ecológico propiedad del Dr. Omar Domínguez y atendido y administrado (con mucho acierto), por su sobrino Raúl Rojas Domínguez.

Su recibimiento fue bastante grato y de inmediato nos instalaron en sendas habitaciones, sencillas, pulcras, cómodas y funcionales. Una vez refrescados, el amigo Domínguez nos invitó a un recorrido por la plantación. En ella tiene la mayor cantidad de especies que hay a la fecha en Venezuela.

Cada planta que observábamos, nuestro guía se explayaba en informarnos sobre sus características y origen. Resultó además de entretenido, sumamente educativo e interesante.

Terminado el recorrido, mis amigas y yo nos separamos del grupo y acompañadas por Raúl, fuimos a conocer el cercano río.

Vaya sorpresa, aunque no es caudaloso ni profundo, el agua corre con ligereza, pero la maravilla es que en son aguas termales.

Un lecho de arena oscura por los minerales que arrastra, por ende el agua no es cristalina. Sumergimos la mano en la orilla donde humea de lo caliente, más allá conseguimos variadas temperaturas desde tibia, caliente hasta templadas y frías. Empezaba a ocultarse el sol y decidimos devolvernos al campamento. Decidí hacerle “honores” a la piscina antes de cenar.

Amables y diligentes nuestros anfitriones se “desvivieron” con sus atenciones. El reposo posterior cada uno lo hizo a su manera, conversando, leyendo, jugando cartas y hasta solitariamente sentado contemplando el cielo.

Al día siguiente, un poco jadeantes después del copioso desayuno, guiados por Omar subimos una pequeña colina situada detrás de las instalaciones, donde está el tanque para el agua, y allí pudimos contemplar y fotografiar toda el área del campamento. Magnífica vista aquella.

Bajamos y ahora nos dirigimos hacia el Palmetum hoy día propiedad de Omar), de nuestro miembro honorario, fallecido, Hany Gibson. . Muchas palmas adultas, que me dejaron “boquiabierta” por su altura, frondosidad y antigüedad. Algunos árboles frutales y heliconias completaban el espléndido cuadro.

Ahora nos vamos al famoso “pozo del Cura”. El río se desprende desde arriba como escondido entre las plantas y las rocas, forma un soberbio pozo de aguas profundas y cristalinas, el piso son lajas de piedra grandes y aplanadas. Muchos pececillos nadan libremente.

Está como encerrado en un rincón, entre grandes peñascos y el bosque. Me di un rico baño, mientras mis amigas prefirieron embadurnarse con barro termal, más abajo en el río. Pasado un rato me reuní con ellas. Resultó bastante relajante luego de la fría agua del pozo, acostadas en la negra arena y aletargadas con la temperatura variable del agua, estuvimos mucho rato hasta que oímos a los compañeros que nos llamaban. De nuevo en el campamento, arreglamos nuestras cosas porque era hora de partir, nos despedimos agradecidos por el maravilloso trato y tristes por abandonar el lugar tan relajante.

Almorzaríamos en el pueblo de Chuspa muy cercano. Al llegar ahí fuimos a conocer la playa, la cual estaba llena de bañistas (que envidia), el mar me llamaba, pero no había tiempo para un baño. Será en otra oportunidad.En un modesto restoran comimos, las amigas sopa y pescado del lugar y yo un plato de tostones, no me gusta el pescado. Sólo disfruto viéndolo nadar en el agua.

De nuevo en la carretera, cuando pasábamos por los caseríos, en varias puertas de las casas, las señoras instalaron un puesto de ventas de dulces caseros, cuya base en su mayoría era el coco. Hice buena provisión de ellos. “Divinos” los besitos de coco, las polvorosas, los suspiros, la torta bejarana, la de coco, la de chocolate, la melcocha, los coquitos rojos, blancos y dorados, el bienmesabe. ¡Hummmm!.

Esta carretera recorre zonas de Barlovento y por cuestiones de políticas, la mitad es de tierra y la otra encementada… Que cosa.

Llegamos a Carenero y luego a Higuerote, donde está el último vivero a visitar, es la casa de otro miembro Orlando Santana. En poco terreno Orlando ha sabido distribuir la siembra de algunos ejemplares de distintas especies de palmas, entremezclándolas estratégicamente con otras plantas, logrando diseñar un jardín hermoso y espacioso, como marco a su confortable vivienda. Amable la señora de la casa nos ofreció jugos y frutas naturales.

Ahora sólo nos restó devolvernos para Caracas, el trayecto fue tranquilo y rápido gracias a la nueva autopista.

Sin embargo nuestro deleite fue opacado por la cantidad de focos de incendios que veíamos por doquier, inclusive lejísimo en la fila de las montañas. Por momentos la visibilidad se hacía nula debido a la humareda que se levantaba de incendios cercanos a la vía. Triste como se pierden nuestros bosques.

Todavía con luz diurna llegamos a la capital, donde cada uno tomó rumbo a su casa.

Fue un fin de semana diferente, bastante agradable, didáctico e interesante, aunado a la grata compañía de los amigos.

Nos vemos en la próxima.

Edilia C. de Borges

Fotos: Rosana Langerano

Posteado por: Oscar H. Mattey

jueves, 7 de agosto de 2008

El Lago Guanoco



Participantes. Rosana Langerano, Thamara Gutiérrez Daniel Müller (guía), El Mocho Gregorio (baqueano), Silverio y Pablito (porteadores) Bochinche (el burrito) y Globo (el perrito).

En cada viaje que realizo, siempre encuentro alguna persona que conoce sitios olvidados por el tiempo. Según como me “lo pinten” de interesante captan mi atención aventurera y curiosa. Esta vez la palabra clave fue “Guanoco”, mientras oía a Daniel explayarse, sonó un tilín en mi mente y la vergüenza afloró en mi rostro. Claro, cuando allá por el “año de la pera” estudié 6º grado, en la materia Geografía, la maestra habló del “Lago de asfalto Guanoco” como el más extenso del mundo, ubicado al oriente el país, en su extremo sur, en el Municipio Benítez. Y “aunque Ud. no lo crea”, hoy sigue siendo el más grande del mundo en reservas (estimadas) en más de 75 millones de barriles y una extensión de 4 Km2. Recordé que había leído que a principio del siglo XX fue explotado por una empresa estadounidense, la New York & Bermúdez Company, y el producto utilizado pavimentó calles de New York y otras ciudades de Estados Unidos. Cesó la explotación en el año 1934, pero eso es otra historia.

Así que a mi cuento: No me costó mucho contagiar mi entusiasmo a mis compañeras de aventuras, así que nos pusimos “manos a la obra” para organizar el viaje: verificar fechas, transportes, horarios, bártulos y enseres. La ruta era problema de mis contactos con baqueanos y guía.

Salimos el viernes en la noche. Fabuloso el recorrido Caracas-Carúpano, por ser temporada baja había poca afluencia de pasajeros y mayor organización en el Terminal de autobuses. Con bastante comodidad saliendo a las 8:30 pm a las 9 horas ya estábamos en Carúpano. Apenas las 5:30 a.m., nos quedamos sentadas en el Terminal y las primeras clientas que tuvo la vendedora de café y empanadas de cazón o chorizo, fuimos nosotras. Ya a una hora más decente, tomamos un taxi que pasando por el pueblo de El Rincón y El Pilar, nos llevó al sector Guarúno, donde vive Daniel, nuestro guía. A el todavía le faltaba hacer unos arreglos, así que lo esperamos descansando en los chinchorros. Almorzamos en el restaurante de “La Negra”, donde nos sirvieron carne de búfalo y jugo de parcha. En un camión turístico (la cabina tiene adosada un espacio con cómodos bancos fijos acolchados y espacios abiertos), “arrancamos” a hacia nuestro objetivo: el pueblo “Las Cañas”, tomando una ancha carretera al principio asfaltada y luego de tierra (la están arreglando precisamente). Horrible si delante nuestro va otro vehículo, porque levanta una polvareda que nos “baña” de polvo asfixiante. El recorrido zarandeando entre pedruzcos y baches no se hace monótono nunca, la vegetación se mantiene verde y lozana y es una alegría ver tantas palmas, flores y árboles llenos de vida. Riachuelos con poca agua, aún en ésta sequía. Como también es desaliento ver las casas tristes de los vecinos, rodeadas de basura y escombros que ellos mismos producen. A lo lejos, muy a lejos, la “Serranía de La Paloma”, apenas visible porque el humo de los incendios, la calina y la reverberación del calor lo impiden. A sus pies una amplia y también difuminada sabana. Un paisaje hermoso a pesar de todo.

En una de las curvas del camino, me sorprendo al ver brillar las aguas de un Caño, se llama “Ajíes” cerca de un caserío también de ese nombre. Se destacan árboles florecidos de Bucare, Araguaneyes y Cedro dulce (primera vez que lo veo), se trata de un alto árbol, en al copa se juntan las ramas y encima de ellas las flores, de color morado. Existen muchos en el camino.

Pasadas unas 2.30 horas llegamos al decaído pueblo de Guariquén. Lo usual: una calle polvorienta principal, la plaza, la estatua del prócer, la iglesia (visitada por el cura cada 15 días), escuela, bodega, expendio de medicinas y no vi ni ambulatorio, ni cementerio. Caño Guariquén.

Antaño sus habitantes sólo fueron indios wuaraos, que cazaban, pescaban y trabajaban artesanías, hoy esa cultura se perdió, apenas uno que otro realiza tejidos no muy llamativos, los demás pasan el tiempo jugando dominó y bebiendo licor. Que pena. Llegamos allí a mediados del mediodía, al frente de la calle principal., se ve una laguna bastante grande y de aguas turbias, con un angosto embarcadero, lanchas y canoas amarradas apostes y meciéndose al vaivén de las olas, todo un espectáculo para tomarle fotos al rojizo atardecer.

Este caño presenta un fenómeno natural cada 6 horas con ½ h. de intervalo, la marea, y el agua se retira 200 metros dejando al descubierto su fondo, un pantano marrón. Se ven los pontones del embarcadero hasta su base, y las lanchas y canoas recostadas en el barro. Es espectacular y extraño este suceso, porque no solamente alcanza a este caño, sino también al Caño Ajíes bastante distante. Los lugareños y pescadores que se trasladan por él de una a otra orilla, deben estar “ojo avizor” y pendientes del tiempo, porque puede ocurrir y ha pasado que queden varados en el fango.

Nos quedamos esa primera noche en la casa de Zoraida “La Linda”, quien gentilmente nos cedió el espacio del patio para colocar nuestras carpas y colgar los chinchorros, con el calor sofocante que llegó a 33º C, opté por dormir en chinchorro, el viento que sopló en la madrugada se llevó a la plaga. Una cena copiosa a la que no pude hacer honor porque sirvieron pato, nos fue ofrecida. La noche transcurrió placidamente hasta las 3 de la mañana, cuando un “simpático gallo” (casi lo ahorco) comenzó a cantar en intervalos de 1 hora (lo cronometré), hasta que amaneció.

Eran las 8:00 a.m., nosotras acompañadas del baqueano con su burrito “Bochinche” y del perro “Globo”, porteadores y guía comenzamos a caminar. Salimos del pueblo y tomamos “la trocha” o camino de tierra, al llegar a cierto punto nos separamos, dejando que Bochinche y acompañantes siguieran por allí, con muchas subidas y bajadas. Para evitarlas, a nosotras el “El mocho Gregorio” por otro sendero nos internó en el bosque. Daniel, Pablito (quien de todo sacaba un hilarante chiste), Silverio (un andino importado). Todos armados con chopos, machete y hasta un revólver, como protección por la sorpresiva presencia de algún felino u otro animal y también para cazar. De hecho nos encontramos con 2 cazadores que habían abatido a dos jóvenes machos (lamentable, no se les ocurre pensar que esa acción, sólo acarrea la extinción del animal), pero es su costumbre, cazar para comer. En éste bosque húmedo tropical abunda la fauna, entre otros viven allí lapas, dantas, venados, pumas, tigres, jaguares, chigüires (casi extintos) morrocoyes, cachicamos, monos araguatos, cuchi-cuchi, puerco espín, numerosas aves: 5 especies diferentes de colibríes, tucán. Se oyen trinos, cantos de pájaros, sonidos guturales y ásperos, todo un concierto heterogéneo de sonidos y la vista se deleita con las flores, helechos arborescentes, palmas, heliconias, marantáceas, orquídeas y bromelias. También decepcionantes colinas negras, quemadas por el campesino para hacer “conucos”.

A veces caminamos por lechos secos de ríos sorteando o subiendo sus piedras, uno que otro pozo de agua alimentado por un hilito delgado del riachuelo, que al escurrirse dejaban un sitio barroso.

Cerca de nuestro destino conseguimos un rico manantial de agua límpida y fresca, donde nos aprovisionamos. El calor aplastante y la humedad reinante nos “aplastan”. La alta temperatura merma mis fuerzas, hay que hidratarse constantemente.


Pasadas alrededor de 1 ½ horas, entramos de pleno en una hacienda de cacao. Todo fresco, los árboles se alzan entre el denso follaje y se ven los frutos rojizos que me recuerda los versos de Andrés Bello: “…Que entre urnas de coral emerge la almendra...”. Nuestro cacao criollo “Theobrona cacao”, alcanzó un digno prestigio cuando fue llevado a Europa en el siglo XVII. Mis botas revuelven la gruesa hojarasca que recubre el suelo, cruje y se arremolina al pisar. Vemos grandes desjuyaderos donde se amontona el fruto cortado, allí pasarán 2 días antes de ser trasladado, para el total secado.

Salimos de la hacienda, ya habían pasado 2 ½ horas de nuestra salida de Guariquén y llegamos a la “Oficina Cirina” como denominan por allá a la antigua hacienda Cirina, su dueño Valentín Figueres la abandonó hace mucho tiempo. Apenas un desvencijado y oscuro cuarto, 2 “catres”, un mugriento mosquitero, un par de botas de hule, algunas ropas usadas y amontonadas, algunas provisiones, muy pocas y unos 8 chopos listos par ser usados al lado de una caja con municiones. Afuera un espacio reducido con un fogón de leña, como cocina, una destartalada mesa de vieja madera, unos tocones de cortados árboles como asiento. Hacia fuera unos tablones polvorientos al lado una “ponchera de hierro” (tal vez usada para derretir el cacao), aún puede funcionar. Eso es todo. Afuera el patio grande de secado, la armazón del secadero con su vagón que entra y sale según el tiempo. Thamara barre con una escoba de ramas y es allí donde se montan las carpas.

Merienda y breve descanso, para mí es ahora que comienza la verdadera aventura. Estoy ansiosa por ello. Sólo con lo necesario agua para beber, sombrero y la cámara fotográfica. “camino a La Brea” es así como los campesinos llaman al Lago Guanoco. (ellos extraen contándolo el material, y luego lo utilizan para calafatear lanchas, calzado y como combustible).


Delante de mí El Mocho Gregorio, con altas botas de goma, la camisa desbrochada, sin sombrero, machete en mano y mirada vigilante, atrás todos los demás. Encontramos a unos amigos de ellos, pescadores con muy buena cosecha (lisas, bagres, corocoros) será la cena de esta noche. Vamos por una angosta senda de pocos metros y se nos hace ver, raspando la frágil capa vegetal del suelo, que ya caminamos sobre “la brea”, es verdad abajo el suelo es negro, duro, cuarteado. Encima es una vegetación cerrada, “cerrera”. No se oyen pájaros. Pasan unos minutos y ahora si “viene lo bueno”, el sendero se pierde en un pantanal, camino por sus orillas, agarrándome de donde puedo, de matas y raíces.


Resbalo y mi pie se sumerge con un “plot” en el denso pantano, lo sacó con un sonido de succión, todo embarrado.¡Puaj! Proseguimos. ¡Anjá ahora llegamos al terrible Caño La Brea!..Shiss, creo que aquí se han inspirado los escritores para sus cuentos de pesadilla. A ojo calculo como unos 30 metros de largo y otros tantos de ancho, del irregular pozo de agua negra, con rincones plenos de nenúfar. Sobresalen del agua algunas de “islitas” formadas por montones de raíces y algunos troncos de árboles, medio sumergidos en el lodo. Susto. Estupefacta le pregunto muy ingenuamente a Gregorio. ”Si es por ahí que tenemos que cruzar”. Pues si, es por ahí.


Ni se me ocurre voltear a ver las caras de mis amigas, porque si lo hago no sigo caminando. El Mocho, ha cortado sendas varas fuertes y muy largas (casi de 2 metros) entregándonos una a cada uno, nos instruye para que lo sigamos haciendo lo que él. Voy atrás, le sigo titubeando y trastabillando por encima de unos poco seguros troncos en el pantano. Ahora hay que entrar en aquella espantosa agua. No puedo creer que estoy aquí haciendo esto. Susto y ahora ¿cómo lo hago? Me indica que sumerja primero una pierna y tanteando con mi pié busque el de él, por supuesto no lo veo, sólo lo siento, trato de olvidar lo que mi loca imaginación crea, que una anaconda o un caimán encuentran en mí, su almuerzo.
Vacilo, me voy de lado, pero me aferro a la vara como si en vez de mi punto de sostén, fuera mi derecho a la vida. Estoy con ropa y calzada, no creo que lo hubiese hecho descalza. La mano segura y la serenidad y firmeza de los gestos del baqueano me tranquilizan y no me pregunten pero salí de esa pesadilla. Veo la cara de susto de Rosana es todo un poema, debe verse como la mía, pálida de terror.

Sanas y salvas con una risita ridículamente nerviosilla, estamos al fin fuera del agua. El sendero encharcado nos lleva hasta la impresionante visión de una extensa sabana. El calor emerge del suelo, se siente, nos abraza. Kilómetros y más kilómetros de sabana, de baja y esporádica vegetación, rota a veces por espejos bruñidos que brillan al sol (pequeños charcos), hierros retorcidos, tubos, 2 casetas redondas de metal, pintadas con descolorido rojo, chamizas, una raquítica mata de guayabas, con frutos, se asoman del suelo, en medio de una titilante e incandescente luz, que no es más que el reverbero del sol. Calor, y más calor agobiante.

Muda de asombro, camino como por sobre goma, en parte endurecida y en parte semi-líquida espesa, olor de combustible, acre, no del todo desagradable.

Tomamos muchas fotografías y decidimos retirarnos. Ahora no es sorpresa el camino, nuestro temor ha menguado ya que sabemos lo que nos espera. Sin embargo un resbalón de Thamara, la lleva de asiento en un charco de pantano. Sucias y malolientes llegamos a la hacienda. No hay agua para bañarse, sólo para cocinar y beber. Hacemos como los gatos con toallitas húmedas, medio limpias. Afortunadamente todas cada una en su carpa. Apenas oscurece y luego de cenar, cansadas por tantas emociones del día nos retiramos a dormir. A media noche despierto con el ruido que hacen las garras de un mono cuchi-cuchi en la tela de la carpa, veo su silueta en ella con la luz de las estrellas.

Grito: ¡El mono, el mono!, nadie sale a defenderme, así que vuelvo a dormirme hasta que a las 3 de al mañana, vuelvo a despertarme con el ruido de la lluvia, hube de salir aterrorizada de la carpa a colocar el protector de la misma. Sin apenas las 5:00 a.m., y las voces y risas de los compañeros y el olor del café “recien colao”, nos terminan de despertar. Pero es mejor así. Pues arreglamos nuestras cosas, desayunamos y pudimos comenzar el regreso temprano, ello y una lluvia pertinaz que nos cayó durante todo el trayecto hizo que éste se nos hiciera más fresco y por ende más amable aligerando nuestra caminata.

De nuevo en Guariquén nos despedimos de los compañeros, de Bochinche y de Globo . Almorzamos donde “la Negra”, esta vez el menú era de pollo horneado, algo conocido y devorado por mí. Un buen baño, y al Terminal de autobuses de Carúpano. Sin contratiempo alguno y durmiendo toda la noche llegamos a Caracas a las 5 de la mañana.

Pienso que fue una muy buena aventura la de conocer este lago.

Nos vemos en la próxima.


Edilia C. de Borges

Fotos: Rosana Langerano

Posteado por: Oscar H. Mattey