sábado, 30 de agosto de 2008

Cueva de la Quebrada El Toro – Santa Cruz de Bucaral-Edo. Falcón

29 al 31 de octubre de 2.004

Participantes: Edilia C. De Borges, Rosana Langerano, Libia H, Eduardo Escobar, José Díaz “Capino” (Guía) y Gregorio (chofér auxiliar).

En estos últimos días generalmente en la tarde, han caído sobre Caracas fuertes “chaparrones”· de lluvia que la azotan por algunas horas, pero el pasado viernes 29 desde principio de la tarde, el “aguacero” con visos de tormenta, brillantes relámpagos y bramantes truenos fustigaron con furia hasta el anochecer, lo que incidió para que el horario inicial de nuestro viaje se retrasara y la salida pautada originalmente para las 6 de la tarde, se hiciese en realidad a las 8 de la noche. Sin embargo lo tomamos con gran calma (nadie nos apuraba) , colocamos nuestros equipajes en la amplia parrilla de un jeep Toyota chasis largo y con gran comodidad nos ubicamos todos dentro del vehículo para comenzar la aventura. Partimos de Altamira y fuimos tomando atajos por calles y avenidas para evitar el intenso y caótico tránsito hasta llegar al peaje de Tazón, tomamos nuestro espacio en la larga cola que se deslizaba lentamente por el autopista y que se prolongó durante varios kilómetros. El rumbo era la Carretera Regional del Centro vía Carabobo-Yaracuy-Lara-Falcón, destino final.


Hicimos varias paradas en el trayecto para cenar, aprovisionar de gasolina el tanque del carro y para inflar de aire las “tripas”* (* interior de ciertas cosas, en éste caso de las llantas de los carros) que serían nuestras barcas en el recorrido de la cueva, sin contratiempos entre cabezadas, bostezos y soñolencia llegamos muy temprano al Estado Falcón, específicamente a la Serranía de Elda, pudiendo disfrutar del fabuloso espectáculo del sol al amanecer, a esa hora (5.38 a.m.) la temperatura era benévola y festones de niebla cubrían el paisaje. En breve tiempo llegamos al pueblo Santa Cruz de Bucaral, silencioso, sus habitantes aún dormían, muy pocas personas transitaban sus calles. Logramos conseguir abierto un negocio “toero” , donde la variedad de artículos para la venta se mezclaban entre cosméticos, implementos de labranza, sombreros, frutas, verduras, material para construir y…café y...empanadas “engañosas” (por fuera prometían , pero al abrirlas el relleno era efímero y sin sabor) mitigaron nuestras ansias hambrunas. Después de fotografiar su principal, angosta, pulcra y larga calle principal y sus casitas de nacimiento navideño, subimos al jeep y seguimos camino esta vez por una carretera angosta de tierra que nos llevó a una intersección, donde en una leve colina se alza una cruz de madera blanca, ella nos indicó el camino hacia la derecha al poblado de “La Taza” (5 kms), (el porqué de ese nombre no supieron decirnos). Desde acá en un recorrido de 10 kms nos introduciría en el Parque Nacional “La Quebrada El Toro”, decretado el 21.5.1969 y donde se encuentra ubicada la cueva el mismo nombre descubierta el año 1957 por el espeólogo Luís T. Laffer, Tiene una extensión de 4.885 hectáreas y una colonia de Guácharos (pájaros) en la Galería “Juan R. de Bellard”. Conocerla era el objetivo del viaje.


Aún cuando la distancia es muy corta entre el pueblo y la entrada al parque (30 minutos y 5 kms) nosotros nos tardamos la bicoca de 2 horas en su recorrido, ya que en el mismo habían trechos sumamente enlodados con barro pegajoso y huecos profundos, donde nuestro jeep cayó, se hundió, se “pegó”. La pericia y experiencia de Capino en estas situaciones esta vez se hizo resistente a resolver el problema. El pantano semi-líquido de tierra arcillosa y permeable succionaba con fuerza la goma de las ruedas y el peso del vehículo lo empujaba más y más hacia abajo y por ende impedía el avance. Allí no valían oraciones, improperios, ruegos, promesas, santerías, mochas ni contra-mochas, amenazas, sobornos. Nada. Sólo la voluntad y responsabilidad de Capino y Gregorio nos sacó del atolladero, se lanzaron al camino, con pala, manos, pies , imprecaciones, cavando, colocando hierba seca y ramas de árboles en las ruedas, bajo la mirada impasible y estática de un campesino y sus dos hijos, parados durante todo ese tiempo sin hablar ni ofrecer ayuda, solamente contemplando el espectáculo, después de 1 hora y grandes esfuerzos lograron liberar el jeep..Aleluya…Falsa alegría…recorrimos 3 metros y volvimos a la misma faena, repetir la historia…A estas alturas a Capino sólo se le veían los ojos bajo la máscara de lodo, sin camisa, descalzo, con el pantalón roto, cabello y cuerpo cubierto de “oloroso” pantano verdoso…Adelantó la fiesta de los fantasmas. Al fín pudimos salir de allí y la carretera aunque angosta tenía el suelo no seco, pero si apisonado sin barro, nos llevó hasta la reja de unas instalaciones de Hidrocapital, donde se ubica la entrada al bosque y a la cueva. En este sitio nos atendió amablemente el guardia del mismo quien puso a nuestra disposición las instalaciones sin muchas comodidades, pero al menos hay espacios con grama donde levantar el campamento, vestidores, agua corriente, luz eléctrica. Hay también mecanismos de bombas para llevar el agua del río hasta zonas cercanas pobladas, 2 tanques grandes para el agua (uno no se utiliza), matas de guayaba, limoneros, mucho cilantro (para aderezar nuestra comida), insólito no hay “plaga” (aún estando muy cercano el río) y la casa del guardia con nevera…que bueno….y televisor…que malo…
Después de un recorrido táctico, levantamos las carpas, comimos algo, nos cambiamos de indumentaria, nos apertrechamos con los objetos que necesitaríamos (cámaras fotográficas, linternas, tripas y hasta un salvavidas) y siendo las 11 de la mañana atravesamos la cerca saliendo del terreno resguardado hacia el sendero en el bosque húmedo tropical, de vegetación alta (vimos varios árboles “Niños”), serpenteando a veces por la orilla del río y atravesándolo otras más. El camino original se perdió por las muchas lluvias caídas, el curso del río se desvió. Capino observaba y consiguió pronto la ruta, camino plano no difícil.


Luego de unos 20 minutos de caminata ascendimos una leve cuesta resbalosa, al final de ella se encuentra una de las tres entradas a la cueva. Esta es la llamada “Resurgencia”. Se trata de una abertura muy grande en la piedra desnuda, es una formación rocosa en forma de cúpula , una especie de anfiteatro sin abertura en el techo, es bastante ancha pero no profunda , una caja de resonancia donde anidan los Guácharos que emiten un sonido de rumor fuerte de aleteos y chillidos agudos. Ahora frente a nuestra mirada se abre un mundo donde la realidad a veces sugiere la fantasía, porque sabemos que encierra en sus intimidades muchos secretos y misterios. Estamos allí un rato mientras Capino sentado encima de una alta piedra nos explica el origen de esa formación, sus características, el proceso de la estructuración de roca caliza, la temperatura, la profundidad, el porqué de lo turbio del agua del río, la fauna y flora existente..Relampagueos de luces de las cámaras iluminan una y otra vez el sitio...Ahora dejamos en el suelo los implementos que nos utilizaríamos y bajamos por un costado de la piedra hacia la otra entrada ó “Boca”. He aquí otra visión maravillosa a ésta la rodean plantas y más plantas verdes brillantes y húmedas, belleza escénica de las formaciones naturales que tras miles de años se han tornado en estalactitas (no se ven acá estalagmitas). Caminamos iluminados por las linternas, unos pocos metros sobre piedras sueltas y algo de guano a veces, hasta la orilla del río….Asusta… Es la salida del mismo antes de hacerse subterráneo, sus aguas nada transparentes, el desemboque es ancho flanqueado por altas murallas rocosas, no hay orillas donde hacer pié, solamente en la parte donde estamos nosotros parados. El agua se ve “mansa” apenas se mueve, ilusión óptica, acá no llega luz natural...todo es oscuridad…el agua no está fría, es tolerable. Bueno ha llegado el momento esperado de la verdad verdadera…para el que nos habíamos preparado e informado por varias semanas. El guía Capino nos explica, nos enseña y nos orienta sobre lo que vamos hacer y a encontrar supuestamente…y da el ejemplo. Lanza al agua la “tripa” y se acuesta de frente sobre ella en forma transversal quedando fuera cabeza, manos y pies con los que deberá impulsarse para navegar en el agua. Acostados así de espaldas hacia arriba habrá que hacer todo el recorrido del trayecto interno de la cueva, no existe por donde caminar...En la orilla uno siente el piso pero no es ancha la franja para ello, cae profundo muy rápido. Manuel sigue a Capino y modela su navegar con calma en una “vueltica de premisa” para entonarse. Viendo aquello tan fácil, reclamo la preferencia de ser la primera que lleven, algo torpe hago todo lo que me indican, pero como que no tan bien, porque de inmediato me caigo de la tripa al agua, me aferro a la bendita tripa por un lado y seguidamente me da un ataque de pánico total, grito y grito solicitando ayuda, son segundos de pánico total que me inmoviliza de tal forma que no me doy cuenta que el agua apenas me llega a las rodillas…Al rescate pues …Sustote...No hablar sin vergüenza salgo del río y me siento aún respirando agitadamente al lado de los prudentes compañeros Rosana, Eduardo y Gregorio que veían los “toros desde la barrera”, calladitos sin ni siquiera intentar mojar sus manos…Mientras tanto ya Capino, Manuel y Libia navegaban dentro de la cueva, la pared de la cueva hace allí una curva y pronto no los vimos más, apagamos nuestras linternas y en la oscuridad reflexionábamos (¿)..No habían pasado 10 minutos cuando vimos un resplandor de luz en las paredes y un ruido de chapoteo en el agua, los compañeros tuvieron que regresarse. No podían pasar a otra cámara, pues el agua del río estaba muy alta y había tapado casi la abertura de la misma, para proseguir había que sumergirse, hundir la tripa y al pasar al otro lado subir de nuevo en ella. Peligroso. Se devolvieron, de regreso frente a nosotros nos volvieron a invitar al breve paseo, yo “y que valientemente” lo volví a intentar, me volví a caer y lo dejé así…Me consolé con el hecho de haber conocido tan espectacular y hermoso monumento natural.


Luego de un buen rato allí, decidimos marcharnos, pudimos ver una araña con grandes patas, guácharos volando y colgando boca abajo y hasta en la arena del suelo la huella de una pequeña mano de cinco dedos, que el guía nos dijo debía ser de un animal, pero yo quise creer que era de un diminuto duende que nos acechaba en aparición fugaz. De regreso al campamento, después del almuerzo pasamos el resto de la tarde conversando, bromeando y conociendo los alrededores. Rápido llegó la noche, cansados como estábamos, nos retiramos a nuestras carpas y nos dormimos pronto arrullados esta vez por el fuerte sonido de las bombas hidráulicas (hubiese preferido el rumor del agua del río). Los trinos de muchos pájaros nos despertaron muy temprano. Las escondidas dotes culinarias de Rosana, Manuel y Eduardo se pusieron de manifiesto en el fabuloso desayuno que prepararon…Una vez terminado éste, recogimos el campamento, nos despedimos del guardia y del espectacular paisaje y tomamos el camino de regreso, que esta vez no se hizo penoso, lo pasamos fácilmente sin “pegarnos” en él..Al llegar a La Cruz ahora tomamos una ruta diferente hacia Agua Linda., Sanare…Una preciosa carretera de tierra llena de huecos que nos hacía dar tumbos y retumbos en el asiento, bastante calor, atravesamos muchos poblados con la gente toda en las calles, el paisaje cambiante a cada momento, vegetación baja… Rumbo a Tucacas para darnos un baño de mar, pero al final cambiamos de idea, almorzamos abundantemente, pasamos Morón y ya en la autopista con algunas paradas de descanso, consiguiendo “colas de vehículos” en algunas partes, sin problemas llegamos a Caracas a las 8 y piquito de la noche del domingo 31.Fue una experiencia nueva de otra hermosa región de nuestro país.
Nos vemos en la próxima,
Edilia C. de Borges

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y por fin conocí las Cuevas del Toro !!!

Resulta que hace muuuuchos años con un grupo de amigos y amigas hicimos un recorrido desde Caracas por Coro, la península, la sierra, e íbamos rumbo a Las Cuevas del Toro, porque en el viaje algún lugareño lo había recomendado.

En el camino llegamos a Santa Cruz de Bucaral y, como hacía calor, decidimos parar a tomar "una" cerveza. Pero el ambiente era tan bueno que pedimos otra, y otra, y otra, y de pronto parte del grupo decidimos dar una vuelta por el pueblo, mientras el resto se quedó en el bar.

Pasamos por una casa antigua con un gran ventanal y adentro se veía como una fiesta. Unas muchachas adentro nos hacían señas "¡entren entren!" y nosotros pues entramos. Al poner un pie en la sala de la casa nos recibieron con sendos baldes de agua y quedamos empapados de pie a cabeza mientras la gente reía y bailaba, era Carnaval, y pues nos pusimos a bailar.

Al cabo de un rato uno de los amigos dice, regresemos al bar, el resto de amigos deben estar preocupados por nosotros, y nos fuimos, pero al llegar al bar no los encontramos, empezamos a buscarlos (no existía celular en la época), y de pronto aparece una comparsa en la calle, con camiones llenos de gente bailando, por el carnaval, y alli arriba, como si fueran las garotas de Ipanema estaban nuestras amigas y amigos bailando al son de la música junto a decenas de personas, todas del pueblo, bailando y celebrando.

Total que nos quedamos tres días de parranda en ese pueblo y ya después debíamos regresar a Caracas y era tarde para conocer Las Cuevas del Toro, un destino al que nunca llegamos.

Qué bella la gente de ése recondito pueblo de Venezuela, Santa Cruz de Bucaral, jamas olvidaré esa bonita experiencia que nos brindaron.

Y gracias a este blog por (por fin) permitirme conocer las Cuevas del Toro ;)