sábado, 18 de octubre de 2008

Cueva El Peñón /El Encanto de Mauricio

12 de marzo del 2007

Hola amigos todos, les cuento:

Aceptando la invitación recibida, este domingo nos fuimos de excursión “didáctica” hacia el centro del país. Salimos muy temprano desde Altamira y en apenas 1 hora, sin tráfico arribamos a la “Plaza del Estudiante” en la vecina ciudad de Ocumare del Tuy.
Un nutrido grupo de jóvenes inquietos, estudiantes, su profesor Lenín, y nuestro amigo Teobaldo Alvarado ya nos esperaban, así que de inmediato subimos a los transportes para comenzar la excursión. Había que salir temprano, antes que el sol se “despertara” del todo.


El trayecto hasta el sitio de inicio a la caminata, aunque de varios kilómetros, se hizo en breve tiempo, el chofer manejaba rápido por una vía comunal desolada a esa hora. Llegamos al sector de “Sucuta” (nombre de una fruta de la región), es un cruce de dos caminos donde sólo hay una casa modesta, allí funciona una “bodega” con chucherías y refrescos, una cancha para bolas y dos toscos asientos de madera , todo ello debajo de un techo de palmas sostenida en cuatro horcones..No se veía a nadie. Bajo una precaria sombra nos “arracimamos” dejando en el centro a Teobaldo, se hizo un palpable silencio y en tono profesoral Teobaldo nos dio una cátedra histórica sobre el origen, nombre, toponimia y características de la cueva donde íbamos.

“Cueva El Peñón”, lleva este nombre porque está ubicada en el centro y en lo más alto de una colina hirsuta de rocas. En su interior tiene 7 manantiales subterráneos que llevan agua a lugares altos de Ocumare del Tuy. Fue descubierto el 18.1.1869 y se han explorado 500 metros. Simón Ugarte científico caraqueño hizo el primer estudio de ella Se le llama también “Encanto de Mauricio”, personaje lugareño muy folclórico que vivió ahí por muchos años, se le consideraba “un encanto” y sobre él se tejieron muchas leyendas y anécdotas (algunas de ellas también nos la refirió Teobaldo)”.

En la cueva se han encontrado fósiles. Su formación es de roca caliza. Tiene muchas e interesantes formaciones calcáreas, estalactitas y estalagmitas, pliegues “cresta de gallo” y “tocineta”. Viven en ella colonias de murciélagos, cucarachas enormes y ciegas, arañas-escorpión, grillos negros. Hongos. Ya con todo este bagaje de información, caminamos en busca del objetivo. Pero antes debimos cumplir con las reglas establecidas y fue la de entregar una lista con nuestros nombres, al Puesto de Guardia Nacional, encargados de velar por la seguridad y mantenimiento de la zona.

Ahora sí, seguimos por la carretera ancha de tierra, la dejamos luego y nos desviamos hacia un sendero oculto entre la maleza, allí continuando por un caminito plano entre la seca vegetación, que rápidamente asciende por intrincadas rocas grandes, breve trecho que nos llevó a ver de inmediato la entrada a la cueva. La primera vista impresiona, pues es un boca ancha de paredes y techo bastante irregular, el suelo al contrario de lo que yo pensaba, no está lleno de guano, lo hay, pero poco.

Se organizan tres grupos para visitarlas por seguridad y libertad de acción, todos con nuestra mascarilla de protección. La entrada es horizontal, nuestro guía, Teobaldo, nos lleva a la primera de las 3 salas. La Cueva ciega, porque sus paredes son cóncavas y no tiene otra salida. No es tan obscura, sin embargo veo colgando en un rincón, una camisa sucia de sangre (espero que no sea por brujería), no la enseño a nadie. Salimos de allí y a un lado vemos una especie de altar en un recodo de la pared, algunas personas depositan ofrendas por favores recibidos, de “San Mauricio”, como le llaman.

Para llegar a la segunda sala: “Las mujeres de Mauricio”, tenemos que agacharnos y pasar una abertura estrecha de techo muy bajo, subimos y bajamos rocas y ahora nos encontramos en la sala, su nombre lo toma de unas formaciones en la pared, que semejan tres mujeres de espalda, nítidamente se observa la cabeza, tronco y “pompi”, dos gordas y una delgada. Además acá se presenta un fenómeno especial. En el techo se encuentra una abertura redonda por donde se filtra la luz solar. Es una vista imponente del rayo solar que poco a poco va besando la pared, hasta que se centra en ella iluminando todo el recinto. Todo un espectáculo.

De acá pasamos a la 3ª sala, se hace difícil el laberinto pétreo por el paso angosto, no apto para “gorditos”, las piedras están resbalosas y la oscuridad total, sólo rota por la luz de nuestras linternas. Las formaciones rocosas son raras. Pero hasta aquí podemos llegar. Aún cuando está explorada más adentro, no es seguro. Lo dejamos para los especialistas.

De regreso, esperamos en la entrada de la cueva a que los otros grupos hagan el recorrido, después de muchas fotografías salimos de la cueva, para ir a la cantera.
Ésta está en la parte de atrás del peñón, es una montaña de cal. Grandes trozos de piedra calcárea han rodado y están esparcidas por toda el área , producto de la explotación que hace años realizó allí una Compañía para extraer el mineral, dejando mucho daño tras sí. Secaron una laguna cercana y por ende, la fauna acuática se extinguió y la terrestre huyó, la flora y el entorno cambió drásticamente. Destruyeron el hábitat de muchas especies y refugio de animales. Por suerte se revocó el permiso otorgado a la fábrica de cemento y se prohibió la extracción del mineral, resguardándose la zona como “Reservorio Natural”, como hoy día se mantiene.

Los estudiantes recogen muestras de las piedras, juegan se ríen y se toman fotografías. Tuve la fortuna de conseguir piedras muy bellas, pirita, serpentina, ferrosa y hasta una con un manto de cuarzo blanco brillante. Bastante tiempo estuvimos allí. Caminamos de nuevo hasta el sitio donde subiríamos al transporte. Mientras sentadas almorzábamos, oímos un sonido como de “balas de ametralladora”, se fue intensificando y ahora era el crepitar de la madera y del monte seco. Frente a nosotros en una colina se desató un gran incendio por combustión espontánea. Largas lenguas de fuego se veían primero al pie de la colina y luego subiendo hacia lo alto, empujadas por el viento fuerte. Fue doloroso ver aquello, sin embargo la belleza del fuego instó a tomarle fotografías, por la imponencia y dramatismo del mismo.

Ya en la ciudad, y después de refrescarnos, subimos al vehículo que nos trajo a Caracas.
Hicimos un buen ejercicio físico, revivimos cosas olvidadas de nuestra enseñanza primaria, conocimos un sitio sumamente interesante y disfrutamos de la compañía.

Nos vemos en la próxima.

Edilia C. de Borges


Fotografías: Rosana Langerano

1 comentario:

Élix T. Ramos O. dijo...

Con 17 años tuve la oportunidad de visitar la cueva en un par de oportunidades (una década antes de la redacción de este texto). Esas visitas las recuerdo vívidamente. Gracias por publicar la experiencia que tuvieron. El Tuy tiene mucho para ofrecer. Una lástima que la crisis del país haya sido tan severa con la region. Vendrán tiempos mejores...